24 febrero 2018

"Hemos llegado al final"

Cruda reflexión de la  esposa de un señor de 88 años que hasta hace 3 meses estaba estupendamente. No aparentaba su edad.  Iba al gimnasio, salian de viaje, vida saludable, hasta que la mala fortuna hizo que le detectaran un tumor en el cerebro y fuese operado de urgencia.  

Ahi su vida y la de su esposa cambió radicalmente.. una de las consecuencias de esta situación es que ya no pueden ir a pasar temporadas a su casita de la costa brava. Estuvo a punto de ser invadida por ocupas a pesar de tener alarma.  Ahora la tienen en venta. 
Han  tenido que alquilar una casita cerca del hospital donde él está ingresado, planta baja sin escalones de entrada...por si acaso le dan el alta pronto... harto difícil se le antoja a la sra. que pasa todo el dia acompañando a su "desconocido" marido,  que ni siquiera le habla. Sólo escucha o  parece que lo hace con los ojos entornados y sin ninguna mueca de entender lo que cariñosamente le cuenta la mujer que al salir cada tarde del hospital se va en una caminata reparadora de unos 15 minutos a su nueva casa repitiendo una y otra vez: "hemos llegado al final ".....

Nota: coincidí con la sra una tarde a la salida del hospital y me contó esta parte de su historia hasta que yo llegué al metro y ahi acabamos la conversación. .. después hemos vuelto a coincidir en el centro hospitalario. 

14 febrero 2018

Las sábanas bordadas

La tarde fuera del centro hospitalario pinta  gris, casi tanto como los pasillos llenos de carritos enfermeros y auxiliares que con mas o menos entusiasmo cuidan de esas personas mayores que muy  su pesar están hospedadas en este lugar donde para algunos será su última morada. Para otros  es el  tránsito a la espera de una residencia definitiva donde quemar los últimos cartuchos de su vida.

En este último capítulo me ha hecho pensar una de las personas aquí ingredada. Una mujer de 77 años amputada de una pierna y que apenas recibe visitas. Habla y habla, a veces de manera  ininteligible... una de las frases que entendí perfectamente fue acerca de las sábanas bordadas de su casamiento.  Oi algo parecido a esto con un hilo de voz:
"No quiero nada de lo que tengo.  Aunque perderé la casa, todo lo demás se lo pueden quedar mis hijos. Yo iré a una residencia y lo único que quizás me llevaría serian las sábanas que bordé antes de casarme. Tardé un mes en aprender a bordar.  Me enseñó mi abuela. Ellos no las cuidarán igual que yo.  Las llevarán a la lavanderia....No se si me las podré llevar a la residencia, quizás no vayan bien en esas camas..."

Triste, muy triste que lo único que te quieras llevar en la mochila después de una larga vida sean unas sábanas bordadas... eso si con mucha historia y muchos sentimientos  arraigados en ellas.